sábado, 12 de diciembre de 2015

Introducción

Introducción


En 2013, aproximadamente 289 000 mujeres murieron de complicaciones relacionadas con el embarazo o el parto. En la mayoría de los casos hay intervenciones médicas bien conocidas que podrían evitar esas muertes. El principal obstáculo, es la falta de acceso de las embarazadas a una atención de calidad antes, durante y después del parto. El Objetivo de Desarrollo del Milenio (ODM)  consiste en mejorar la salud materna, y las metas son reducir la razón de mortalidad materna en tres cuartas partes entre 1990 y 2015, logrando el acceso universal a la salud reproductiva. 

Sin embargo los progresos realizados hasta ahora en la reducción de la mortalidad materna y la prestación de los servicios de la familia en los países en desarrollo han sido demaciado lentos para que se puedan alcanzar las metas en el plazo previsto. La OMS apoya a los países para que presten atención integrada, basada en datos probatorios y que demuestren costo eficacia a las madres y a los niños durante el embarazo, el parto y el puerperio. Para reducir la mortalidad materna, es imprescindible la inversión en los sistemas de salud, en especial en la formación de parteras y en la atención obstétrica de urgencia disponible las 24 horas del día.(1)
El parto humanizado comenzó a realizarse en hospitales a principios del siglo XX para disminuir la mortalidad materna y neonatal, pero en ese contexto se instaló la idea de que se trataba de algo parecido a una enfermedad. Las familias en general y las mujeres en particular perdieron protagonismo en el hecho más trascendental de sus vidas y aceptaron las reglas de las instituciones.  De este modo, el parto se transformó en “un acto médico” cuyo significado científico dejó de lado otros aspectos esenciales para la familia. El equipo de salud pasó a ser el eje de las decisiones y comenzó usar en todos los casos tecnologías y procedimientos destinados a los embarazos de riesgo. Esto fue alejando a las madres del parto natural sin que se lograse una mejora en los resultados perinatales. . En 1985 la Organización Mundial de la Salud (OMS) realizó una reunión en la ciudad brasileña de Fortaleza y de ese encuentro surgió la declaración “El nacimiento no es una enfermedad”, que inició el proceso de transformación del modelo de atención.  A esto se sumó un marco legal internacional y local que procura rescatar el papel activo que debe tomar la mujer embarazada y su familia en el cuidado del embarazo y del recién nacido. (2)

Bajo este contexto, las instituciones deben retomar su participación al momento del parto, regresandole a la madre la confianza en ella misma en este crucial momento, y junto con su pareja establecer un vinculo único que les permita responsabilizarse de su cuidado y futuro reproductivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario